lunes, 30 de marzo de 2015

Catequesis de inicio. Día 6 (I)



¿QUIÉN SOY YO?
"En la catequesis precedente hemos querido desmontar algunos esquemas de Dios que todos tenemos, dialogando con la gente. Dijimos que la fe no consiste en una serie de ideas abstractas o en adherirse a la verdad o en creer que existe un Dios que lo ha creado todo, sino que la fe es un encuentro personal con Dios, con Jesucristo, porque Jesucristo es el autor de la fe en los hombres y es quien nos conduce al Padre. La plenitud de la fe se da en Jesucristo.
Entrando en éxtasis, como un religioso natural cualquiera
Y hemos querido presentar por medio de la Historia de la Salvación -concretamente con Abraham, con un hebreo salido de Egipto y con S. Pablo- como la manifestación de Dios para estas personas, no es en absoluto el creer en ciertas verdades, sino el sentir la acción de Dios en su propia vida. Para ellos, la fe fue un encuentro concreto que les condujo a un cambio de vida: a pasar de una situación de esclavitud a una situación de libertad, de ser hombres frustrados y fracasados, de algún modo sin sentido, a ver que Dios cumple sus promesas.
Dios es el que toma la iniciativa y llama al hombre, quien hace una alianza con el hombre, quien promete una serie de cosas y las lleva a cumplimiento.
Queríamos sobre todo, con la catequesis anterior, que la gente pensase de nuevo un poco en los conceptos que tiene de Dios, el tipo de fe que posee. Porque, si alguien descubre que tiene una fe muy insuficiente e inmadura, puede venir a buscarla en este camino con alegría y esperanza. Para que si alguien tiene una fe de religiosidad natural, que se sirve de Dios, un poco egoísta, en función de sus propios deseos, pueda descubrirlo realmente. Quizás a través de la experiencia de otros pueda llegar a esta conclusión y desmontar un poco sus falsos conceptos de Dios. Con la catequesis precedente no se pretende más: sólo que la gente piense un poco en los diálogos y se ponga ante el Dios que posee".
Es Pako quien trata a Dios como a un muñequito que ‘se posee’; pero dice que son los religiosos naturales, es decir, todos los que no están en el CNC, los que tal cosa hacen.
"En esta otra catequesis damos un paso hacia adelante. Este Dios,  ¿qué sentido da a tu vida? ¿te sirve para vivir? Veamos.
Interrogante vital: ¿por qué no se vende el libro?
Tal vez descubramos que vivimos sin interrogarnos sobre el sentido de la vida. Y cuando la vida se vuelve insoportable para nosotros, tratamos de alienarnos un poco, para escapar de esta situación de sufrimiento. Así que nos apoyamos en los ídolos del mundo y tal vez, cuando estos vienen a menos, nos volvemos a la religión a buscar consuelo y esperanza para nuestros fracasos de tipo humano.
Y cuando la religión nos pide mucho, se nos agota la paciencia y nos sentimos impotentes y decimos "yo no soy un santo", "no soy Cristo". No se me pasa por la cabeza la idea de tener que hacer actos heroicos o ser capaz de dar dinero a los pobres. Por eso la religión la dejamos un poco de lado.
En el fondo seguimos en la misma línea, en poner al hombre frente a la fe que tiene. Esto es muy difícil.
Hemos visto, en la catequesis anterior, que Dios existe, que está cerca, que es Él quien se deja encontrar...
Carmen:
(…) Esta es la fe: que Dios se deja conocer por su pueblo. El pueblo ha percibido que realmente el Mar Rojo lo ha abierto Dios.
Muchos vieron a Jesús, pero no todos lo reconocieron. Los Apóstoles fueron iluminados para saber que Jesús era Dios, que era el Señor.
A Dios por aquí
La revelación de Dios es una obra de Dios, que va mucho más allá de la filosofía o de los caminos humanos para descubrir a Dios".
Este enunciado es uno de los basamentos de la doctrina kikiana: el conocimiento de Dios que atesora la Iglesia es, para el triunvirato, filosofía y razonamiento humano, imperfecto, poluto, insuficiente e incluso desnortado. Verdadero conocimiento de Dios sólo tienen aquellos a quienes Dios decide revelarse… Y quienes son tales privilegiadas personas es algo que dispone el mentado triunvirato, a ver si alguien se piensa que los demás pueden opinar sobre quien ha sido tocado por la gracia de Dios, que es un karisma que, como todos debiéramos de saber, sólo tienen en el CNC.
"Hay mucha gente, incluyendo los que te escuchan, que no tiene esta revelación de Dios, porque Dios no les ha elegido. Por esto la Iglesia, como el pueblo de Israel, es un momento dentro de la historia. Porque no son los mejores, pero son elegidos para una misión en la historia. Así se verá que mucha gente que viene a las catequesis, incluso si son sacerdotes o monjas, no tienen experiencia real de Dios”.
Según Carmen lo normal es gente sin experiencia real de Dios a quienes la Iglesia considera aptos para consagrarse. Patético. Tal vez se deba a que a ella no la admitieron y aún no lo ha aceptado.
“La Biblia no hace demostraciones de la existencia de Dios, ni tratados sobre lo que Dios es, pero se basa en que Dios está presente y activo en toda la historia de la salvación.
Por esto Israel es un testimonio; no demuestra que Dios existe, pero lo confiesa existente. Esto es muy fuerte.
Ni mejor ni en el centro de la foto
Las personas que elige Dios, experimentan una gratuidad total, nunca se sienten mejor que nadie, por el contrario, confiesan el don del poder de Dios”.
Entonces, se conoce que no ha escogido a ningún kikito.
“Hay que mostrar a la gente que los dioses que tienen, aunque fueran verdad, no son fruto de una experiencia cristiana, como para hacerles testigos de Jesucristo en el mundo. Por ello, se les invita a iniciar un camino hacia el cristianismo; ya que el hecho de estar ahí para escuchar ya es un signo de la elección de Dios para entrar en este camino.
Kiko:
Esto es importante, pero es muy difícil. Esto, por ejemplo, es mi dificultad actual en la parroquia del Santísimo Sacramento. No imagináis la seguridad con la que habla mucha gente, consecuencia del catolicismo español, donde nadie duda de ser cristiano. Entonces entiendes cómo en nombre de Jesucristo, podemos llegar a matar”.
¡Qué bonito lo que dice de quienes no le siguen el rollito! Cómo los pone de renegados para arriba sin el menor escrúpulo.
“Lo habréis visto en vuestra comunidad. Siempre hay gente que no quiere bajarse del caballo, pero el Señor se encarga en el precatecumenado de hacer que vean realmente el pecado en sus manos, cuando no aceptan a alguien, envidiando a otros, etc. Entonces empiezan a darse cuenta de que tal vez todo el cristianismo que ellos creían que tenían no sirve de nada si no es una realidad vivida.
Pactando con gente cuya fe no sirve de nada
En el fondo lo que pretende esta catequesis es mostrar a la gente que su cristianismo no sirve para nada en la vida e invitarles a ver su verdadera realidad. La realidad es que cada hombre es un ser destinado a la muerte. Esta catequesis es una invitación a la gente a tomar conciencia de su debilidad, de su realidad de hoy, porque esta catequesis prepara el anuncio de Jesucristo.
Estas catequesis que hacemos antes de anunciar el Kerygma son San Juan Bautista. San Juan Bautista llama a las personas a la sinceridad, a la honestidad, a la verdad. No tiene ningún moralismo, los pone frente a su realidad. Esto es lo que queremos hacer: llamar al hombre a conversión, a preguntarse por su propia realidad, a salir de su propia alienación y a tomar contacto con su propia realidad, a mirarse sin asco, sin miedo, porque venimos a traer buenas noticias.
Propiamente porque viene Jesús podemos invitarles a mirar su realidad y, para esto, les ayudamos un poco, con esta catequesis.
(…) Continúo después diciendo que, sin duda, todos los hombres habidos sobre la tierra han intentado de alguna manera a explicar quiénes eran, quiénes somos nosotros, de dónde venimos y adónde vamos, quien nos ha creado y por qué estamos en la tierra.
Kiko da su bendición mágica
(…) Todas las filosofías y todas las religiones han surgido como respuesta a este interrogante: ¿Quién soy yo? Todos somos hombres a quienes nadie ha pedido permiso para existir. En un momento dado de la historia venimos a esta tierra, estamos presentes. No somos una planta o un perro, somos hombres y cada uno diferente al otro. Estamos presentes en un momento dado de la historia, en el que la técnica está muy avanzada, y nos encontramos en una tierra quizás más cómoda que la de nuestros antepasados. Hay grandes progresos técnicos (...) y ya se pueden refutar una serie de religiones que explicaban de un modo mágico los fenómenos naturales, tratando de exorcizarlos, porque hemos descubierto muchas cosas, que son fenómenos explicables y no hay necesidad de ningún Dios detrás de ellos.
Pero aún queda sin responder la pregunta fundamental: ¿Quiénes somos? ¿Quién nos ha creado? ¿Qué es la vida? El progreso no da respuesta a esto. Cuanto más sabe el hombre, más desconcertados queda y se pregunta: ¿Quién soy yo?
(…) ¿Cuál es la pregunta que presenta la vida? Que la vida que tenemos ansía la plenitud y el hombre trata de encontrar esa plenitud; La pregunta que se presenta es la finitud, la limitación, el no poder realizarse, el no ser capaz de alcanzar la plenitud en esta vida. Cuando un chico se enamora de una chica o viceversa, cuando un hombre trabaja, pinta, estudia, conquista una montaña o hace la guerra o escribe un libro, en el fondo trata de dar una respuesta a esta pregunta que tiene en su interior: la insatisfacción. Este es el interrogante más serio que la vida presenta. Porque la limitación del hombre es lo que provoca su insatisfacción, la frustración. Y el hombre no quiere vivir frustrado, porque la frustración es dejar de ser. El hombre siente una llamada a ser, a vivir.
El kikotista sabe la respuesta a ¿Quién soy yo? y la sopla al obispo
Yo siempre doy este ejemplo: si subimos a un autobús y, grabadora en mano, hacemos una encuesta (como en la televisión). Y preguntamos: ¿A dónde va?
(…) Todos saben a dónde van y de dónde vienen. Pero preguntamos de nuevo al mismo señor de antes: ¿usted por qué vive? Diría: ¡Qué pregunta! Es difícil de responder. Vivo para trabajar, para mantener a los niños. ¿Tiene hijos? Sí, tengo tres: el mayor tiene 23 años y trabaja, el segundo está estudiando en la universidad y la chica trabaja. Este señor nos contaría toda su vida para escapar de la pregunta. Bueno señor, vive para trabajar; pero, si le tocase la lotería ¿seguiría trabajando? ¡Ah, no! Entonces no vive para trabajar; vive para hacer dinero. ¡Ah, por supuesto! El dinero es muy necesario...”
Ahora había que hacerles esa pregunta a Abraham, al judío que salió de Egipto y a S. Pablo, ¿no? Para ver qué contestarían ellos…
“Nuestra sorpresa sería que tal vez nadie sabe por qué vive. Si le preguntas a alguien a dónde va el autobús, y por qué ha cogido el autobús, por supuesto que respondería (…) Si un hombre hace algo en la vida sin saber por qué, es porque está loco como un sombrerero. Incluso los que van en el autobús sólo para dar un paseo tiene una razón. Y todos vosotros, si habéis venido aquí, es por una razón".

domingo, 29 de marzo de 2015

Catequesis de inicio. Día 5 (III y final)



ABRAHAM 
"Si preguntamos a Abraham: ¿Crees en Dios? Diría que sí. Podemos saber lo que respondería porque tenemos la Escritura en nuestras manos y conocemos su vida. Y si le decimos: Este Dios en quien tú crees, ¿quién es para ti?, ¿cómo lo conociste? Abraham no comenzaría a hacer discursos; no diría que Dios es omnisciente, omnipotente, etc. Partiría de su experiencia, nos contaría su vida.
¿Qué experiencia tiene Abraham? Abraham es la fe. El capítulo 12 del Génesis explica lo que es la fe. Dios, para decir qué es la fe, no escribe un tratado, pero nos da una Palabra que se llama Abraham. Si tú ves que te sucede como a Abraham, si ves que esta Palabra se cumple en ti: tú tienes fe. Pero si esta Palabra no te toca en absoluto, si tu vida no tiene nada que ver con la de Abraham, la Palabra te ha juzgado y te dice que has estado a la caza de mariposas, que estás fuera del camino, incluso si eres sacerdote o lo que seas. Porque la Palabra de Dios es donde Dios se manifiesta, es Dios mismo. Si quieres saber si tienes fe, mira a Abraham. Puede ser que algunos de vosotros, incluso si estáis en la comunidad, no tengáis fe, sino que tengáis un Dios que os estáis fabricando vosotros. Pero ese Dios no sirve de nada. Veamos cual es el Dios de la revelación. Este es el Dios que nosotros traemos y en cuyo nombre hablamos, porque hay muchos tipos de dioses. Cada uno de nosotros tiene su dios. Pero nunca hemos pensado que tal vez no tenemos fe. Esto le puede suceder también a un sacerdote. Ahora es el momento de empezar a pensar seriamente, porque tal vez en tres años le veremos secularizado y él ni se lo podía imaginar. Con Dios no se juega. Esto es mucho más serio de cuanto podamos imaginar. ¿Qué respondería Abraham? Diría su experiencia.
Yo no tenía hijos. (…) Abraham se veía viejo y todo lo que tenía pasaría a otro que no era su hijo. Esto en aquella época era importantísimo. Y además de no tener hijos, no tenía una tierra de su propiedad para poder ser enterrado y descansar. Reposar bajo la tierra es algo mágico, que pertenece a la religiosidad natural, que está en lo más profundo de la realidad humana”.
Tomad nota defensores de momiódromo kikil, lo vuestro es religiosidad natural.
“(…) Abraham nos diría exactamente lo que dice la Escritura: que cuando él tenía setenta y cinco años, cuando a su esposa se le había pasado la edad de tener hijos, cuando no tenía fuerza física para conseguir el dinero suficiente para comprar una tierra en la que descansar, entró en una profunda crisis porque no tenía ni tierra ni hijos. Abraham se pregunta: ¿quién soy yo? ¿Para qué sirvo? ¿Para qué valgo? ¿Quién me hizo? Abraham era politeísta, porque el politeísmo es la cosa más natural, creer que existen fuerzas superiores, espíritus malignos y benignos. Abraham, que ni siquiera era monoteísta, ha pensado: ¿para qué sirvo? Al menos los animales sirven para algo, porque procrean y continúan la especie; pero para mí, que no tengo hijos, ¿qué sentido tiene la vida?
Cuando Abraham ha entendido que su vida no sirve de nada, cuando se encuentran en esta situación de angustia, oye la voz de un Dios diferente de los que conocía hasta entonces. Escucha una palabra que le promete: Yo te daré esa tierra y esos hijos; sal de tu tierra y de tu parentela, deja tu clan, deja tu seguridad. ¿No ves que este clan, esta seguridad no te pueden dar lo que deseas? Eres un perdedor. Ya lo has intentado todo y has visto que era imposible. Con tu fuerza, con tu seguridad, con tus puños, con tu razón has fallado. Ahora intervengo yo. Pero para esto tienes que apoyarte en mí, no en tu clan, o en tu familia, o en tus hermanos porque te defienden y te dan de comer.  Ponte en marcha. Te diré donde debe ir”.
Esa es la meta del kikismo: deja tu clan, tu familia, tus hermanos, tu vida de antes, eres mío, sólo mío y para mí, para el CNC.
“Abraham o cree o no se mueve de allí. No existen otras posibilidades.
Escuchar esta palabra significa salir y ponerse en el camino: esto es la fe.
Abraham sale, sin saber a dónde va. Dios no le dice a donde camina. Durante mucho tiempo, Dios permanece en silencio. Y aquí tienes a este anciano, que ha dejado su clan, su tribu y toda su seguridad. Esto es una locura. Pero él con su mujer, sus siervos y sus animales se pone en camino aunque no sabe hacia dónde. Su mujer le dice de todo: qué estúpido eres, eres un idiota, con qué hombre me he casado ¿qué hacemos aquí? ¿No ves que nos robarán todo? ¿No ves que no tenemos a nadie que nos defienda? Esto le habrá dicho la mujer y le habrá hinchado la cabeza de este modo a todas horas. Pero él cree en esta Palabra que le ha prometido dos cosas: un hijo y una tierra.
S. Pablo dice que Abraham esperó contra toda esperanza, creyó contra toda razón. Pero qué Dios te ha hablado, le diría la mujer, ¡estás sonado! eres un viejo tonto que no vale para nada. Me has hecho salir de mi comodidad, y ahora nos van a robar todo. Abraham sigue adelante llevado sólo por una palabra. Nada más.
Esto es una maravilla: cómo la Palabra de Dios tiene un poder inmenso, que hace salir al hombre y lo pone en camino. No tiene nada más que esta Palabra, una promesa sembrada en su corazón y sigue caminando.
Y llega a un país y ve una tierra maravillosa. ¡Qué tierra, cuántos olivos, qué uvas! Allí hay cananeos, gente que habla un idioma que no entiende. (…) Dios se le aparece de nuevo y le dice: Esta tierra que hoy pisas como extranjero, será tuya. Abraham, apenas Dios se le aparece, le dice: un momento, no te vayas, ¿cómo sabré que es verdad? Dame una garantía, porque esta incertidumbre es insoportable, demuéstramelo, prométemelo. Y Dios hace un pacto con él, un juramento, algo que asegura y confirma que le da un poco de tranquilidad.
Todo esto nos contaría Abraham. Pero todo eso no tendría sentido si no dijera: Mira, yo tenía noventa años (y llamaría Isaac) ¡Isaac, ven! Nos diría: ¿veis a este chico? Bueno, este chico es mi hijo. Y mira: esta es mi mujer (y saldría una anciana). Este Dios que me hizo una promesa, no me ha defraudado. (Esto dicen todos los salmos: Me apoyaré en Dios y no seré confundido). Mira este chico, es mi hijo. ¿Sabes cómo se llama? Isaac. El día más feliz de mi vida fue cuando tuve a este niño en mis manos. Ochenta años he esperado por este niño, y el día que lo tuve en mis manos, que aún estaba sin lavar, me reí como un loco. Por esto se llama Isaac, que significa "risa".
En la segunda kikotesis, Pako afirmaba que los milagros no eran lo importante: "corremos el riesgo de pensar que lo importante es que alguien que no tenía piernas, las tenga, porque como todos tenemos piernas nos parece horrible no tenerlas. Pero la felicidad no está allí". Y ahora resulta que la fe de Abraham se sustenta en esos milagros en los que no está la felicidad. Coherente como que no es.
"(...)Esto es la fe: creer y experimentar. Pedid y recibiréis, para que vuestra vida sea plena. Pero no pongas condiciones a Dios, no tientes a Dios, espera que Él te lo dé cuando quiera, que cuando Él quiera será mucho más grande de cuanto puedas imaginar. Dios te ama, por eso no te lo puede dar ahora, porque te destruiría. Él te ama más de cuanto te ames a ti mismo. Te lo dará cuando quiera.
Esto sería un poco la experiencia de Abraham. Y el cristiano es esto. Tú estás en camino esperando que este Isaac, este Jesús, que te hemos prometido, crezca en ti. En ti nacerá una nueva criatura. Tú no eres feliz, como Abraham. Para él la felicidad estaba en su hijo y en la tierra. Para ti la felicidad será encontrar el sentido de tu vida, tener paz, tener alegría, tener vida. Nosotros os hemos prometido que se os dará todo esto. Te hemos dicho: deja la realidad en la que has vivido hasta hoy y ponte en camino con nosotros. Te hemos invitado a vivir con nosotros en una comunidad, en una caravana como la del pueblo de Israel. Espera, que llegarás. Y esperas porque ayer experimentaste algo, un poquito, porque de lo contrario te habrías ido. Porque de alguna manera esta palabra ya empieza a cumplirse, porque de lo contrario estarías aquí para hacer el idiota y nosotros estaríamos haciendo un lavado de cerebro a todos.
Te hemos dicho: odia a tu padre y a tu madre...
Esto es estar en camino y estar esperando: María creyó, como creyó Abraham, que Dios podía cumplir lo que había prometido, porque Dios es omnipotente, es el que de la muerte saca la vida, el único que puede hacer de tu corazón un corazón nuevo. Te puede dar el corazón de Cristo. El Sermón de la Montaña tú lo cumplirás sin esfuerzo, porque el Espíritu Santo lo cumplirá en ti. Porque el Espíritu Santo vendrá sobre vosotros, y en vosotros se gestará Jesucristo.
El Espíritu Santo está sobre ti (por encima de los que estáis aquí) y en el catecumenado se verá quienes lo tienen y quienes no lo tienen, porque quién tiene el Espíritu Santo comienza a hacer obras, pequeñas. Somos nosotros los que tenemos que ver estas actitudes, no vosotros. Porque Dios no te permitirá juzgarte a sí mismo, para que no te ensoberbezcas. Es la Iglesia quien te dirá: aquí mora el Espíritu Santo. Esto es el catecumenado, un tiempo en que el Espíritu gesta en vosotros a Jesús.
No todos son elegidos para kantar tan mal
En la Iglesia primitiva, al final del catecumenado, el obispo en el Bautismo venía a confirmar si el catecúmeno era una nueva criatura. En el Bautismo se daba a luz a este niño. Y los que no han gestado no pueden entrar en el Bautismo, tienen un embarazo psicológico, y no pueden dar a luz nada. Por más que se esfuercen, si Dios no les ha elegido para ser sal... y no pasa nada, no importa. No es ni peor ni mejor que nadie.
¿Veis cómo Dios se manifiesta en la historia concreta de Abraham, como alguien que de la muerte saca la vida? Dios interviene en la historia de Abraham. Dios no es una serie de verdades, no es algo a lo que hay que adherirse. Dios es una palabra que pone a Abraham en movimiento, es una palabra que es su propia historia, que le hace caminar. Dios está haciendo historia de salvación con él. Por esta razón hablamos de la historia de la salvación.
UN JUDIO
Y si le preguntas a un judío: ¿qué te diría? Lo mismo. Te contaría su historia.
Cuando yo era pequeño -diría- vi como en Egipto daban bastonazos a mi padre hasta dejarle medio muerto. Vi cómo mi padre se consumía haciendo ladrillo día y noche. He visto en mi casa el hambre, las lágrimas, el resentimiento y el odio contra los opresores. Estábamos en situación de muerte, no podíamos más. Y contaría un poco el Éxodo: cómo Dios envió a Moisés para que les sacase de la esclavitud de Egipto a la libertad, como abrió el mar, sepultando definitivamente a todos sus enemigos, como atravesaron el desierto y llegaron a una tierra fértil y maravillosa, como vencieron a todos sus enemigos. Esta tierra que ves hoy, Dios nos ha dado a nosotros -te diría-. He visto la mano de Dios sobre nuestra historia.
Aquí también aparece un Dios que no es una serie de verdades abstractas, es un Dios que actúa en el hombre, que salva interviniendo en la vida de los hombres y cambiándola. Os he dicho que la Iglesia es un acontecimiento. El acontecimiento es que yo, Kiko Argüello, Carmen, Jesús y otros, estamos aquí hablando. Este es el acontecimiento. Esta es la Iglesia: que Cristo Resucitado sigue tomando a la gente y cambiando sus vidas y su historia. Esta es la Iglesia, que no son filosofías. Y nosotros no somos hombres de doctrina, ni como creen muchos grupos de izquierdas, el Evangelio es un libro como El Capital de Marx, que debería cumplirse a cualquier precio; el Sermón de la Montaña es verdad revelada, ¿no? Bien, sólo probad a llevarlo a cabo....
SAN PABLO
Si interrogásemos a S. Pablo nos contaría su historia, su experiencia. ¿Qué nos diría? Que era un fariseo, que perseguía a los cristianos, que había sido educado por Gamaliel, fariseo sabios, celoso de la tradición judía, que perseguía a los cristianos como una secta herética, que un día yendo camino a Damasco con un cuerpo de guardias para arrestar a estos sectarios, Jesús se le apareció en el camino en forma de luz radiante que le derribó, lo dejó ciego y le dijo: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Y diría, todavía viven los que escucharon esa voz conmigo, aunque no vieron la luz, porque estaban conmigo; se espantaron.
Te aseguro, diría, que en este Jesús se cumple todo, lo que he heredado de mis antepasados y doy culto al verdadero Dios, porque él es el Mesías prometido.
Diría a su experiencia. S. Pablo no sabe hablar de Jesucristo, sin contar su historia. Lo hace constantemente en sus cartas.
Y si preguntamos a Jesucristo, quien es el Padre...
Veremos el Dios de Jesucristo. Viendo a Jesucristo, vemos al Padre. Jesús es el que da la vida por los hermanos, mostrando así la misericordia del Padre para todos los pobres y todos los pecadores".

jueves, 26 de marzo de 2015

Kikotistas VS Los demás...( bromas sin ánimo de ofender)

A veces la suerte te sonríe, de modo que te encuentras en  la vida con personas excepcionales, las hay y muchas, como cantaba aquél: "por arriba, por abajo". Por eso es este viaje de vivir tan emocionante, como diría la madre de un tal Forrest: "la vida es como una caja de bombones"... y siempre me asalta una duda al respecto; ¿Cuándo no me tocarán los caducados?


Es por tanto muy necesario que estemos atentos, no sea que en un alarde extraordinario, lo cotidiano nos sorprenda poniéndonos en este viaje de la vida a un KIKOTISTA, ¿Y cómo lo sabrás?
Fácil:
                                   


Un Kikotista no lleva reloj, por tres motivos fundamentales:

       -Porque  por no dar, no da ni la hora.

      -Porque sería un signo de no fiarse de Dios.

       -Por precaución, no vaya a ser que un pagano le pida la hora, y le tenga que dar una palabra.

Además:
Un  Kikotista No fuma:
       -Mantiene un dialogo interior con los componentes del tabaco, y discierne cuales son buenos y cuales son malos, estos últimos son los que expulsa, declarando sobre ellos ¡Anatema!
Un Kikotista no bebe alcohol.
       -Elimina de la sociedad los riesgos para los demás, mediante un ejercicio de entrega y sacrificio.
Un Kikotista no va a una entrevista de trabajo.
       -Si no es llevando los signos del atolladero, porta así a la empresa una palabra de salvación, de parte del obispo, y en nombre de... Ah no! Que el jefe será un paganazo...
Un Kikotista no anda, ni corre, ni va en bicicleta.
       -Solo camina. (y si está en un coche, mueve las piernas, aunque no se le vea)
Un Kikotista no come.
       -Alimenta el templo del espíritu K que mora en él.
Un Kikotista no sonríe.
      -Se jacta.
Un Kikotista no te mira.
       -Se pregunta si caminas.
Un Kikotista no te habla.
        -Te amaestra, o adiestra.
Un Kikotista no va a botellones.
        -Pero habla de ellos a cada instante.
Un Kikotista no vota.
       -Porque su papeleta no sería tenida en cuenta más que como una. Y esto no es una democracia, A ver si "se enteráis ya."
Un Kikotista no tiene relación con sustancias dopantes.
       -Administra kikotina, gratis, porque a él se la suministran gratis.
Un Kikotista no ordena.
       -Invita.
Un Kikotista no le da valor al dinero.
       -Excepto al diez por ciento del tuyo.
Un Kikotista no recuerda.
       -Tiene presente el mamotreto.
Un Kikotista no piensa.
       -Discierne entre el bien que quiere hacer, y el mal que se encuentra en las manos.
Un Kikotista no duerme.
      -Guarda el tálamo con celo.
Un Kikotista no tropieza.
       -Detecta obstáculos para bien de los demás.
Un Kikotista no abre puertas, ni las cierra.
       .- Las hace todas giratorias, para que todos se queden donde están.
Un Kikotista no respira.
        - Adquiere oxigeno para sus kikokumenos, exhalando sobre ellos lo necesario para sus vidas.
Un Kikotista no te pide obediencia.
        -Te presenta la opción de hacer lo que te invita... en tu libertad....
Un Kikotista no vive.
       -Guía.
Un Kikotista no muere.
       -Pasa al padre.
Un Kikotista no te pregunta.
        -Te escruta.
 Un Kikotista no lee la Biblia.
       -Oye lo que quiere "Dios" de él, para los demás, claro.
Un Kikotista no viaja, ni va de vacaciones.
       -Suscita su magnifica presencia en otros lugares.
Un Kikotista no va a ver al Papa.
       -Si no viene después un encuentro con K.
Un Kikotista no va a Israel por segunda vez.
       -Lo llevan.
Un Kikotista no ve en la domus lujo ninguno.
       -Admira su belleza.
Un Kikotista no es que sea daltonico.
        -Es que el mundo es en blanco y negro.
Un Kikotista no resuelve problemas.
      - Los crea.
Un Kikotista no enciende una vela.
       -Hace un lucernario.
Un Kikotista no quiere saber nada de tu vida.
       -Solo se interesa por los hechos concretos de tu historia.
Un Kikotista no sabe nada.
       -Por eso lo pregunta todo.
Un Kikotista no ve los cuadros de K.
       -Ve signos.
Un Kikotista no canta.
       -Reza dos veces.
Un Kikotista no baila.
       -Reza tres veces.
Un Kikotista no se lamenta.
       -Salmodia.
Un Kikotista no llora.
      -Elimina el exceso de humedad que pueda haber en el templo del espíritu K..
Un Kikotista no aprende.
       -Enseña.
Un kikotista no es profesor.
       -Pero te examina.
Un Kikotista no es un médico.
       -Pero dice que te cura.
Un Kikotista no es presbítero.
        -Lo guía,
Un Kikotista no es basurero.
       -Pero siempre está entre la basura del mundo.
Un Kikotista no es tu amigo.
       -No está llamado a eso.
Un Kikotista no te echa el puro.
       -Te pone en tu verdad.
Un Kikotista no te dice lo que tienes que hacer.
       -Ilumina tu historia.
Un kikotista no es otorrino.
        -Pero te abre el oído.
Un Kikotista no se entera.
       -Trasciende.
Un Kikotista no le despiden.
       -Experimenta la precariedad.
Un Kikotista no te escucha.
       -El que tiene que abrir el oído eres tú.
Un Kikotista no tiene problemas.
        -Tiene cruces.
Un Kikotista no tiene sentimientos.
       -Tiene sufrimientos grandes por causa de tu obstinación a no convertirte.
Un Kikotista no va a la Eucaristía.
        -Asiste, y mira si tú has asistido.
Un Kikotista no habla con el responsable.
        -Transmite sabiduría para la buena marcha de la komunidad.
Un Kikotista no te da las gracias..
        -Nadie da de lo que no tiene.
Un Kikotista no es periodista de buenas noticias.
         -Te da el Kerygmazo, donde siempre pierdes.
Un Kikotista no te dice que seas un malvado.
       -Lo asegura.
Un Kikotista no es superman.
       -No hay kriptonita que lo detenga.
Un Kikotista no es spiderman.
       -Aunque a veces se suba por las paredes.
Un Kikotista no es fotógrafo.
       -Pero se pasa la existencia revelando el carrete de tu historia.

Por todo lo anterior, y a sabiendas de que no sirve de nada, ten cuidado al abrir la caja de los bombones, no sea que te toque un Kikotista. O lo mismo tienes mala suerte, y nunca tropiezas con uno de ellos.... perdón, que un kikotista no tropieza. Simplemente pone de manifiesto que eres un obstáculo para tu propia salvación....




Lo dicho; sólo son bromas, hablar  por no estar callados. Suerte con el próximo bombón......
 O bombona.... Y cuidado con el lazo.... de la caja, no te vayas a liar.


       



miércoles, 25 de marzo de 2015

Catequesis de inicio. Día 5 (II)

Dejamos la kikotesis allí donde Carmen explica que los catecúmenos son transparentes para el apostol, donde ella interpreta que apostol es el kikotista (te rilas, como dice Sepul).

"Kiko:

Si alguien descubre que no tiene fe, tiene dos posibilidades. O dar una patada a todo esto, porque no acepta que no tiene fe, o entrar en un camino de fe y dejar que le conduzcamos a la fe en un camino de años, lento, en el que aprenderá a rezar y donde será exorcizado”.
¿Dónde están las credenciales de estos guías de los Apalaches para que petendan ser conductores de otros?
“Pero hay que tener paciencia porque este es el camino de Israel. Dios conduce al pueblo al desierto y lo lleva por donde Él quiere. Y el pueblo dice: ¿por qué nos conduce al desierto? Dios conoce muy bien a su pueblo y sabe lo que necesita. Él sabe que si no lo lleva al desierto se atribuirá siempre la gloria de Dios a sí mismo. Y debido a que en el desierto no hay pan, ni agua, ni nada, si en el desierto aparece agua no pueden hacer menos que decir que viene de su Dios. De otra forma, dirán siempre que el agua la han inventado ellos, que es suyo, y al primero que les quite el agua, van con un cuchillo y lo matan, porque el agua es suya. Sin embargo este pueblo, que es el pueblo que Dios ha elegido, se obstinará, se rebelará y pedirá milagros.
La segunda tentación que tiene Jesús en el desierto es precisamente esta, la de los milagros. El maligno dice a Jesucristo: ¿Pero por qué aceptar esta vida tan gris y fea, el hijo de un carpintero? Nadie creerá en ti así. No tienes dinero, eres un muerto de hambre, eres el hijo de un carpintero. El diablo dice: ¿no crees tú en la Palabra de Dios? Tienes fe, ¿no? Bien, sube al pináculo del templo cuando todos estén reunidos abajo y di ¡He aquí que vengo! Como dice la Escritura, los ángeles te recogerán para que tu pie no se lastime con alguna piedra, verán cómo Dios te lleva y todos atónitos creerán en ti...
¿Qué quiere decir la Iglesia poniendo esta tentación en Jesús? Es la misma tentación que tenía el pueblo en el desierto: pedir milagros en este mismo momento, tentar a Dios, porque no quieren caminar por donde Dios quiere, sino por donde ellos quieren. Quieren que Dios entre en su mente, porque no aceptan ningún Dios fuera de sí mismos. Su único Dios es su razón, sin darse cuenta de que si Dios pudiera entrar en su razón sería más pequeño que ellos y no les salvaría de nada. Estos dicen: este Dios no es amor, no existe.
¿El diablo en qué tienta a Jesús? Lo invita a negar su realidad existencial, a no encarnarse, a no aceptar su realidad de hoy, a no aceptar su humanidad concreta de hombre desconocido, normal, cualquiera, que nadie tiene en cuenta. Le tienta invitándole a ser diferente.
Todos tenemos esta tentación: todos queremos ser Napoleón y San Francisco de Asís, al mismo tiempo, o Sophia Loren y Sª. Teresa juntas. Y además en este mismo momento. Y si Dios no me da ya, ahora, lo que yo quiero, no sigo caminando, reniego de Él. Esta tentación nos la pone el diablo, porque no aceptamos nuestra realidad de hoy, la que Dios nos ha dado concretamente. Tal vez te has masturbado cinco veces y estás deprimido y destruido, porque no te aceptas para nada. Estás aquí y no lo aceptas. El maligno nos invita a salir de nuestra realidad.
La Escritura es una historia y entramos en ella sólo si entramos en nuestra historia y la tomamos en peso. Quién escapa de su vida, que es la que Dios le ha dado, no conoce a Dios. Toma tu realidad bien sujeta, fuertemente, y espera en Dios, trasciende.
Pero tú eres libre para dar una patada a todo esto.
Con estas preguntas entienden que lo que decimos no son teorías, sino que Dios es amor y se manifiesta con amor. Tener fe es haber descubierto esto.
Alguno no acepta que Dios no quiera un CNC universal
El Bautismo es como una luz, es descubrir que tu historia está llena del amor de Dios, descubrir que un día Dios permitió que tú estuvieras aquí.
Recuerdo por ejemplo un muchacho en Florencia que delante de todos dijo: Yo soy homosexual y bendigo a Dios con todo mi corazón, por ser así. Fui a un psiquiatra; pero la psicología no me salvó. Hoy puedo dar testimonio delante de todos vosotros de que yo soy salvo por el poder de Jesucristo.
Y lo decía porque Dios le había hecho sentir con un poder inmenso y ver con una claridad enorme, que Dios permitía eso en su vida, para que se mantuviese siempre aferrado a Él. Esto le había hecho sentir al Señor hasta el punto de que era capaz de decirlo allí, delante de todos: que Dios a través de esto le había tomado para sí, de modo que él sabía que nunca sería separado de Dios, ya que este hecho le obligaba a estar siempre aferrado a Dios. Y puesto que en este Dios estaba  descubriendo una maravilla, esto lo iluminaba todo interiormente. Cuando yo, al terminar, me acerqué a él para decirle un par de recetas de psiquiatría, porque me creo muy inteligente, me detuvo y me dijo: basta, hermano, palabras humanas que he escuchado demasiadas veces y he estudiado muchos libros; a mí el único que me ha salvado es Jesucristo; no necesito que vengas a decirme que la homosexualidad no es tan mala, que hoy en día la gente lo acepta, etc. Cinco años de psicoanálisis no han servido de nada, si no para seguir adelante con mi miseria, sintiéndome diferente a todo el mundo y con rabia contra mí mismo y contra todos.
Este joven dijo esto porque tenía iluminada su existencia. El Espíritu Santo ha iluminado su realidad y por eso puede bendecir a Dios, porque empieza a conocerle y a descubrir que Dios es más grande que él. Antes él quería otra cosa, ser Dios mismo.
Nosotros a través de estas preguntas queremos que los hermanos descubran que el Dios de la Escritura es un Dios que interviene en la existencia de la gente, indudablemente lo que dijo este joven es una intervención de Dios, porque esto se vive o no se puede decir, porque esta realidad es muy grave en una sociedad como la nuestra.
Pregunta para sacadle hasta la 1ª papilla
Quizás la gente a través de estas preguntas descubra que el Dios que traen es un Dios de oídas, que les contaron otros, pero que realmente no lo ha experimentado". 
Si no juzga a los catecúmenos, no se queda a gusto y, sobre todo, no funcionaría el CNC.

"Es el Dios de Job. Job es un hombre religioso, un hombre muy bueno que cree en Dios porque se lo han dicho sus padres. Y sin embargo, Dios va a intervenir en su vida por medio de una serie de acontecimientos que humanamente no se pueden aceptar. Mata a sus hijos; le quita sus tierras y su ganado, le manda una enfermedad repugnante que le hace ir desnudo y se tiene que rascar las llagas con una pieza de barro. Todos sus conocidos intentan darle una explicación, interpretando su historia con la razón, diciéndole por qué le sucede esto. Él lo niega, y dice que Dios es más grande que él, que excede a la razón; que no es cierto que Dios le castiga por haber  pecado. Él no entiende, pero cree que hay un Dios más grande que todos los razonamientos. Esta experiencia desembocará en una confesión profunda, verá a Dios cara a cara y al final dirá a Dios: antes te conocía por haber oído hablar de ti, pero ahora mis ojos te han visto.
Hay un fondo catequético en esto. Sabéis que Job no es una figura histórica, es como una especie de obra teatral, que está inspirada y que es una respuesta al sufrimiento. Hay un diálogo entre Dios y el demonio. El demonio, que es un acusador, constantemente nos está acusando y nos dice que somos una porquería. Este acusador dice a Dios que Job es un hombre bueno, cumple más o menos la ley, reza etc. porque Dios lo ama mucho, lo ha tratado bien, le ha dado hijos estupendos y una vida maravillosa, pero en el fondo es un carroña, es malo, no vale nada. Dios dice que no es cierto. ¿No?, dice el demonio, tócale algo de lo que tiene y verás cómo se revuelve contra Ti y blasfema. Dios dice al demonio: tócalo en sus propiedades, permito que le quites todo, pero a él no le toques. Entonces le roban todo, se queda sin dinero y los hijos se le mueren. Y Job dice: desnudo salí del vientre de mi madre, tú me diste todo, tú me lo quitas, bendito sea el nombre de Dios. Y el diablo se va con el rabo entre las piernas, porque Dios ha vencido.
Pero luego le dice: en el fondo de lo que Job tiene miedo es de que Tú lo toques más profundamente y le hagas morir, y por eso miente; pero tócale en este punto y verás cómo se revuelve, blasfema contra Ti y dice que es un desgraciado (porque el hombre es capaz de darlo todo a cambio de su vida). Y Dios dice: Te dejo, puedes tocarlo, pero no lo mates. Y entonces sobreviene a Job una enfermedad terrible. Todos le dicen que esto le sucede porque es un pecador, que sufre como castigo por sus pecados; Job dice que no es por sus pecados, porque él es inocente (esto se cumple en Jesucristo). Se propone el libro de Job para poner en crisis toda la espiritualidad que dice que el sufrimiento es un castigo por los pecados. Detrás de este diálogo entre el demonio y Dios, se ve que es Dios quien interviene en la realidad de los hombres.
En esta catequesis, después de hacer las preguntas a la gente, les decimos que responderán a estas mismas preguntas algunas personas del Antiguo y Nuevo Testamento. Preguntamos a Abraham, un judío que salió de Egipto, y se puso en camino hacia la tierra prometida llegando por fin a ella, e interrogamos al apóstol S. Pablo".
¡Hasta los fantasmas se someten a sus interrogatorios!